Su vida siempre fue lucha, melancolía y deseos incumplidos.
Esta era su oportunidad de revancha, de reivindicación. Ir a la gran ciudad, donde podría dedicar la mayor parte del tiempo a escribir todas esas historias que había imaginado durante años. Amores que nunca trascendieron, vidas que acabaron sin razón, hazañas de personas extrañas.
Montealto siempre fue una ciudad pequeña para ella, mismo así que cada año llegaran personas de todas partes del mundo.
Una de estas personas fue Augusto, cantante de profesión, quien intentaba huir de su vida caótica para descansar un poco en esta ciudad llena de naturaleza. Al conocer a Cristina, supo que había conocido un amor diferente. La sonrisa magnética de esta joven mujer hizo efecto en aquel hombre mayor, la cual se volvió su mayor vicio.
No había necesidad de formalidades, ceremonias, ni mucho tiempo, para que sus vidas se unieran para siempre. Llegó al Hotel Vitoria con un semblante diferente. Ella subió hasta el 3er piso, tocó la puerta y esperó.
– Estoy embarazada, fueron sus primeras palabras.
Ella esperaba una respuesta diferente. Una vida en su vientre fue algo que cambió su percepción sobre el mundo. ¿Cómo es que alguien que no recibió cariño de sus padres consigue amar y tener compasión por un hijo?