Las historias que nos contamos crean la realidad que vivimos

September 11, 2023
#Libro

Pues resulta que somos puro cuento (broma no broma).

La civilización humana se sostiene por una particular forma que tiene de crear. Esta cualidad, tan arraigada al lenguaje, es la que ha definido gran parte de nuestras formas de vivir. Si somos conscientes de ello o no, eso no importa, siguen teniendo la influencia suficiente de crear la idea de que si compartimos la patria entonces somos hermanos, si somos de otra religión podríamos ser enemigos, si te pago con un dólar tú sabrás que tiene un valor diferente en pesos. Todo está al final, exista o no, se remonta a nuestra inquieta y fascinante capacidad de crear historias.

Fue hasta hace poco que me di cuenta del valor que tienen los relatos y de lo importante que es reconocer cómo estas historias que nos contamos tienen un poder en la forma en que vivimos. ¿Desde que narrativas estoy viviendo? ¿Desde que historias estoy tomando las decisiones que están definiendo mi vida? ¿Quién soy en las historias que me he creado de mí misma? ¿Quiénes somos como civilización en las historias que nos hemos contado? ¿Qué historias de las que nos hemos inventado nos habilitan para vivir con dignidad y cuáles de ellas oprimen nuestra libertad?

Es precisamente para fines de este artículo que quiero platicarte de las prácticas narrativas y cómo estás se introducen a indagar sobre las historias que crean los mundos que habitamos. Antes de explorar sobre lo que hacen las prácticas narrativas, me gustaria iniciar por comentarte la relevancia que tienen las narrativas (historias, cuentos, ficciones, etc.) que nos rodean.

Tu y las historias

Y tal vez dirás que tú y las historias no tienen nada que ver, pero creeme que si tienes mucho que ver con ellas.

¿Qué tienen en común estas ideas?

  • una nacionalidad dependiendo del espacio geográfico que habitamos,
  • de que los platos son para poner comida en ellos,
  • que los cuadernos son para escribir,
  • que los géneros tienen roles  
  • que el capitalismo favorece la libertad

Todas estas ideas responden a alguna ficción o historia que nos inventamos. ¿Esto es bueno? Es malo inventarnos historias? Eso lo hace menos real todo? Pues yo no sé si lo hace real o no, pero la cualidad de hacer historias es algo muy humano que tiene más ventajas de las que aparenta.

¿Por qué las historias?

En el libro de Sapiens: de animales a dioses, Yuval Harari expone que para crear la civilización que hoy tenemos fue crucial facilitar la confianza que nos incito a cooperar entre nosotros como especie. De no ser por esa capacidad colaborativa no habríamos avanzado hasta donde estamos.

Las historias construyen hilos de confianza. Si creemos en lo mismo, es más fácil colaborar. Si tu y yo creemos que el dinero vale algo, entonces confiarás cuando te pague 10 pesos por 3 picafresas.

Harari plantea que fue gracias a nuestra capacidad de crear historias que fue posible la cooperación en grandes números. Las narrativas/historias/ ficciones comunes crearon espacio para la confianza. Nuestra especie, es probablemente el único animal, que puede creer en historias que yacen en su imaginación y por lo tanto vivir acorde a ellas junto con otras personas.

¿Cuántas historias hay a nuestro alrededor?

Todo eso que realmente no existe pero fundamente nuestras sociedades y formas de convivencia. Hay historias de tantos tamaños y formas que a veces es difícil de identificarlas, pero si te fijas nuestra sociedad está basada en la confianza de que creemos en las mismas historias.

El dinero, los derechos humanos, los dioses, la religión, las naciones, la familia son solo algunos ejemplos de las historias que hemos creado. No por ser historias se les demerita, pero al final de cuentas, viéndolo de esa forma como que todo se pone en perspectiva, ¿no? Que si estas historias son producto de la imaginación y fueron narradas en algún punto, entonces también significa que podemos cambiarlas o renarrarlas.

Nuestra capacidad de crear significados

En resumen, pareciera que somos las historias que nos contamos y con esas historias hemos creado las realidades que habitamos. Las historias son nuestra capacidad de conectar acontecimientos ocurridos a través del tiempo y darles un sentido o un significado. Estos significados se vuelven una biblioteca que antecede las acciones que optamos por ejecutar y por lo tanto, con el tiempo formamos hábitos, costumbres, instituciones o culturas.

Si bien, esto no fue un descubrimiento exclusivo de Harari, si lo expongo para que veas la relevancia que tienen en nuestras vidas.

Entran en escena: Las prácticas narrativas

Hay un tipo de terapia que justamente aprovecha esta naturaleza para crear historias. Las prácticas/terapias narrativas comenzaron alrededor de los 80s por Michael White y David Epston. Es precisamente, del impacto de las historias en nuestras formas de vivir que se le otorga relevancia a explorar las narrativas.

Ahora sí me gustaría platicarte de las prácticas narrativas, que son en su conjunto una forma de poder resignificar esas historias que nos oprimen y convertirlas en historias que nos permitan florecer. De acuerdo con Periodistas a Pie que documentaron el Taller de Andrea Ortega, quién es parte del Colectivo de Prácticas Narrativas, mencionan que:

“Las Prácticas Narrativas tienen que ver con maneras de pensar (epistemología), de sentir (ética) y de hacer (política), que contribuyen para que, personas, grupos y comunidades, podamos narrarnos desde la dignidad.“

Las historias o narrativas surgen de nuestra capacidad del lenguaje y es desde las palabras y el sentido que les damos que construimos sentido para nosotros mismos y en conjunto con otros. Si nos hace sentido el valor y el respeto a la dignidad humana, entonces los derechos humanos tendrán un lugar en nuestras vidas. Si nos hace sentido que las mujeres son las únicas que pueden usar falda, entonces cualquier cosa que vaya en contra de esa historias nos va a incomodar. Si te fijas, han sido historias y narrativas las que se han usado para llevar a naciones enteras a la guerra. También entonces son las historias las que nos pueden oprimir para llevar vidas acorde a significados que a veces ni son nuestros.Por otro lado son  también las historias las que nos pueden liberar y ayudarnos a florecer desde significados que nos den fuerza para vivir en nuestros términos.

Narrarnos desde lugares de dignidad

En prácticas narrativas, la clave es visitar como las historias tienen un rol en nuestras vidas y que son las palabras y los significados que otorgamos las que les dan la fuerza para regir nuestras vidas. Las prácticas narrativas son una forma de poder poner al centro esas historias que nos habitan, reconocer el poder de los relatos y desplazarnos hacia historias que nos faculte para construir vidas dignas.

Andrea Ortega pone un ejemplo:

“Si narro mi historia como una mujer víctima de violencia, va a tener efectos concretos en mi vida, en lo qué pienso de mí y también en qué piensa mi contexto acerca de mí. Si narro mi historia diciendo, soy una mujer que ha hecho frente a los efectos de la violencia en su vida, hay una diferencia profunda.”

En las prácticas narrativas se indaga sobre qué se narra, quién lo narra y cómo se narra tal relato. Estás prácticas se sostienen por 4 principios que son los siguientes:

  1. Somos multi historiadas: una sola historia nunca cuenta la complejidad de toda la experiencia (siempre hay más de una historia)
  2. Nuestras historias forman parte de otras historias, por lo tanto nuestra historia individual está anidada en un sistema más amplio de historias.
  3. Cada quién es experto en su propia vida y por lo tanto en su propia historia.
  4. La identidad es un logro colectivo, no individual.

Las prácticas narrativas han sido usadas como herramienta para terapia y también para el trabajo comunitario. Sin embargo, su uso es muy extensivo debido a que indagan sobre nuestra innata capacidad de contar y vivir en esas historias que diseñamos. La cosa no se trata de descartar las historias, porque son parte biológica de nuestras formas de vivir, sino de destapar la fuerza que tienen y canalizar los significados nuevos que lleguemos a crear  hacia espacios que dignifiquen nuestra vida y la de otros.

La pregunta entonces con la que quisiera dejarte es la siguiente:

¿Cuáles son esas historias que te has contado que quizás puedan renarrarse desde un lugar más dignificante y que te faculte para florecer?